Un testimonio de fe renacido de las cenizas
La Ermita de San Juan Bautista es uno de los templos más antiguos y con más historia de Tacoronte. Su construcción original data de 1630, cuando fue erigida en la Hacienda de los Príncipes gracias a la iniciativa del capitán Agustín de Mesa, gran devoto del santo.
Sin embargo, el paso del tiempo no fue fácil para este templo. En la primera mitad del siglo XVIII, un incendio destruyó la ermita original. Fue entonces cuando, en 1740, por orden del presbítero Don Joseph López de Ossava, se emprendió su reconstrucción desde los cimientos, manteniéndose desde entonces como un lugar emblemático del patrimonio religioso del municipio.
Su arquitectura es de planta rectangular (14 x 5,5 metros), con una nave única, capilla mayor y sacristía lateral. La entrada principal está coronada por un arco de medio punto en cantería, y sobre la fachada destaca un campanario con cuatro vanos, que le otorga una silueta reconocible desde la distancia.
En el interior, la capilla mayor se abre con un arco carpanel de madera apoyado en pilastras. La cubierta de la nave es de parhilera a dos aguas, mientras que la capilla destaca por su elegante techumbre ochavada con motivos geométricos en su decoración (lacería), una muestra del detallismo artesanal de la época.
Reforzada en sus esquinas con sillares y completamente encalada, la ermita conserva una atmósfera serena y humilde que invita a detenerse, respirar hondo y conectar con la historia profunda de Tacoronte.